Alejandra Valencia Medina
Veterinaria Consultora. Candidata a Máster en Emprendimiento Social y Solidario.
En tiempos de crisis, como los prolongados cortes de luz que han afectado a miles de familias chilenas tras el sistema frontal ocurrido recientemente, la economía social emerge como una alternativa de solución efectiva. Las cooperativas, como modelos empresariales asociativos, autónomos, democráticos y de propiedad conjunta, se enfocan en mejorar la calidad de vida de sus socios al poner a las personas en el centro de la actividad económica. Estas situaciones han expuesto las limitaciones del modelo tradicional de empresa privada, que prioriza el beneficio económico y ha mostrado su incapacidad para responder eficientemente ante emergencias en servicios básicos. En contraste, cooperativas eléctricas como COPELEC fundada en 1951, controladas por sus propios usuarios, han demostrado ser más ágiles y adaptadas a las necesidades locales.
Por otra parte, la Ley 21.118 ha comenzado a mostrar su potencial en el desarrollo de modelos de generación comunitaria y cooperativa. Un ejemplo pionero es la Cooperativa Campesina Coopeumo en Pichidegua, que desde el 2021 no solo ha reducido costos, sino que también ha asegurado el suministro eléctrico a postas de salud y escuelas rurales. En Las Cabras, otro proyecto de generación comunitaria, en alianza con el sector público, abastece a una junta de vecinos y una escuela, permitiendo al municipio reorientar recursos a otras necesidades. Estos proyectos no solo ofrecen soluciones prácticas, sino que también fortalecen la solidaridad y la participación colectiva en la producción de energías limpias, posicionándose como un modelo replicable a nivel nacional.
La economía social no se limita al sector energético. Ejemplos como la cooperativa Colun demuestran que, al trabajar junto a los productores, se garantiza la sostenibilidad del sector lechero. De manera similar, las mutuales, originadas por trabajadores asociados para enfrentar la desprotección social de ellos y sus familias, han sido adoptadas internacionalmente y representan innovaciones clave de la economía social para enfrentar desafíos económicos y sociales.
En el ámbito internacional, la cooperativa Som Energía en España refuerza esta perspectiva al generar energía renovable y sostenible, reinvirtiendo los beneficios en la comunidad y empoderando a sus miembros.
La experiencia en la Región de O'Higgins, que concentra la mayor cantidad de usuarios en Chile de servicios sanitarios rurales (ex APR) o cooperativas de agua potable, proporciona una base sólida para expandir estos modelos cooperativos y comunitarios a otros servicios básicos.
En definitiva, la economía social no solo ofrece soluciones prácticas para la resolución de problemas, sino que promueve un desarrollo y crecimiento más inclusivo y equitativo, alineado con los principios de sostenibilidad y justicia social. En tiempos de crisis, la solidaridad y la cooperación no son solo valores deseables, sino esenciales para el bienestar colectivo y el futuro de nuestro país.
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