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  • Foto del escritorLA VOZ DEL SECANO COSTERO

De la colaboración y ayuda mutua, hacia una cultura asociativa

Actualizado: 20 sept

El ser humano es, por naturaleza, un ser social. Desde nuestros orígenes, la colaboración y la ayuda mutua han sido fundamentales para construir sociedades y resolver necesidades que, de manera individual, no podríamos satisfacer. A lo largo de nuestras vidas, nos unimos a diferentes agrupaciones como clubes deportivos, agrupaciones de profesionales, partidos políticos, grupos religiosos, bandas musicales o juntas de vecinos. En algunos casos, estas agrupaciones surgen de manera espontánea, como en las comunidades, donde se comparte una cultura y fuertes lazos en un territorio. Un buen ejemplo de esta colaboración de trabajo comunitario es la minga, tradición ancestral en Latinoamérica. En Chiloé los vecinos colaboran para mover una casa completa, colocándola sobre troncos y jalándola con bueyes, para alcanzar un objetivo común.

La asociatividad se define como el proceso mediante el cual personas u organizaciones se agrupan voluntariamente con el fin de alcanzar objetivos comunes, resolver sus problemas y potenciar sus capacidades.

Si una agrupación de personas u organizaciones avanza en el proceso asociativo y queremos consolidarla para dar resolución a problemas compartidos, es necesario dotarla de una estructura. Compartir una visión de futuro clara y una misión que defina el quehacer fundamental. Es importante que los integrantes compartan valores, metas y respeten las reglas, ya que avanzar hacia los objetivos propuestos requiere recursos, tiempo y esfuerzo. No solo basta con sumarse, también hay que entender a qué estamos adhiriendo. Un vez que hemos definido los objetivos, en base a nuestros recursos y capacidades, debemos efectuar acciones y dotarlas de un presupuesto para alcanzar las metas a corto y largo plazo. Precisamos también de un diseño de la organización, de manera de definir quiénes serán los responsables y llevarán a cabo cada acción en los plazos requeridos. Hacer un seguimiento de lo proyectado nos permitirá ver si estamos logrando lo propuesto y con ello teniendo éxito o bien si hay que ajustar nuestra estrategia para llegar a la situación deseada.

Una empresa cooperativa, es una organización dotada de estructura formal con figura jurídica, donde sus miembros se agrupan voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada. Cuenta con reglas claras, estatutos y principios universales como la gestión democrática, la educación y  participación económica. Ejemplo de un proceso consolidado es cuando un grupo de agricultoras se asocia, formaliza su cooperativa, establece sus normas, aporta su capital y trabajo, y gracias a la colaboración, logran acceder a mejores precios y tener capacidad negociadora al sumar sus producciones, también agregar valor a su producción por medio de inversiones conjuntas que individualmente no podrían hacer.

Finalmente es necesario mencionar que hay elementos centrales, como avanzar en la asociatividad  los que desarrollaremos en otra oportunidad, que son la construcción de confianzas, liderazgos sólidos, la comunicación efectiva, la participación activa, el compromiso y una cultura de cooperación. Esto nos permitirá superar barreras económicas y productivas, mediante un esfuerzo común que solos no lograríamos alcanzar.

Alejandra Valencia Medina

Veterinaria Consultora. Candidata a Máster en Emprendimiento Social y Solidario.

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